Para estrenar este nuevo blog, comenzamos con un pequeño sobre el último de mis viajes. El primero de un verano que promete y que ire comentando aquí mismo.
Digo que promete, porque seguro (o eso espero) que este año acabe la carrera y se acabe la maravillosa vida de estudiante y vuelva a retomar la vida de currito y con ello las pocas vacaciones que esa vida nos da.
Volviendo al tema del post, este fin de semana estuve en un pueblo de la provincia de Zaragoza, Uncastillo reza en el típico cartel de carretera a la entrada del pueblo.
Claro y cuando se lo comentas a los amigos, surge la gracia, bien sencilla por otro lado, de decir que vas a un castillo. Luego hay que explicar que el pueblo se llama así y que tiene un castillo aunque esta bastante en ruinas.
Estuvimos alojados en el caserón El Remedio, y la verdad que es muy bonito el alojamiento y los responsables son muy majos, los “mañicos”.
El domingo de vuelta a Madrid, fuimos a la Expo de Zaragoza. La verdad me esperaba bastante más, aunque nos quedamos sin ver bastante cosas entre ellas: el pabellón de España, el Agua Extrema, pabellón de Japón y de Alemania.
Los dos últimos pabellones tenían colas largísimas durante todo el día, pero también el pabellón de Egipto y lo único que valía la pena de este eran dos chicos disfrazados de faraones.
Y bueno me esperaba otra cosa de la EXPO, lo único el miedo que pase en el Telecabina, por mi vértigo y que hacia mucho viento.